El martes antes de nuestro 2o concierto de Gala de 2007 no teníamos contrabajistas, ya que todos estaban ocupados, y tampoco teníamos timpani. Pero algo realmente maravilloso sucedió, y me referiré a ello en esta primera entrega "blog".Eran las 2 p.m. Estábamos muy tristes, porque era la primera vez en el año que no contaríamos con contrabajos en un concierto. Y era un concierto realmente importante, con obras muy difíciles donde los contrabajos juegan un papel muy importante. Hemos contado con la participación muy especial y hermosa de ex miembros de la OSJI que nos dan su tiempo con amor, pero no siempre es posible. Con lo que solamente puedo concebir como inspiración divina, ayudada por una real preocupación por obtener el mejor resultado musical para el trabajo realizado por este grupo de maravillosos, dedicados y talentosos muchachos, César me dice "Masta... qué vamos a hacer, mae... ojalá pudiéramos traer a un contrabajista de la Filarmónica de Berlín!, mae..." Y fue ese "mae"—testimonio indudable de años de estudio en el país hermano—lo que desencadenó una de las más emocionantes empresas en las que se ha embarcado esta orquesta.
Cuando llegué a mi casa tarde, luego de la famosa "Noche de Velas" del Isaac Rabin, me puse a llamar a Mario Rodríguez, muy conocido violinisita de la Sinfónica de Costa Rica por su participación en campamentos musicales en Panamá. Le dije "Mario, tengo un pedido poco ortodoxo para ti..."Antes de dudar o extrañarse siquiera, el caballeroso Mario en seguida peló el oído y cuando le dije que necesitábamos al menos un contrabajista para nuestro concierto, el hombre se emocionó montones y me dijo que para el día siguiente tendría respuesta. Estuvimos César y yo (hasta el momento los únicos que sabíamos de este cuento) todo el miércoles en ascuas, con tensión que se manifestaba en cada cosa que hacíamos. Luego, a las 10 de la noche cuando pude conseguir a Mario, me dijo "Apuntá... Pedro García y Alejandra Ronny". Fue, aunque suene a cliché, música para mis oídos. No les puedo explicar la emoción que corrió por mis venas y en seguida llamé a César para contarle. Tenía el cel dañado. Así que llamé a Yazmín para contarle toda la situación para que ella pudiera encargarse de conseguirles hospedaje, etc.
El viernes a las 4:00 a.m. me encontré con Alejandra y Pedro, quienes mostraban los signos inconfundibles del trayecto terrestre desde San José. Fue una maravilla finalmente verles luego de tres días que parecieron veinte. Durmieron un poquito en mi casa y luego desayunamos y nos pusimos en la tarea de buscar contrabajos. Las cosas salieron tan bien, que tuvimos tres instrumentos para que ellos escogieran con cuáles querían tocar.El ensayo del viernes por la noche fue mágico... a medida que los miembros de la orquesta llegaban y veían los dos contrabajos en el piso, se preguntaban "quién va a tocar?" y nosotros con sonrisas cómplices no decíamos nada. Al iniciar el ensayo, y contar la historia, los ojos de todos brillaron y fue un ensayo maravilloso. Como diría Ben, los ojos de los muchachos brillaban tanto de la emoción que alumbrarían todo un pueblo.Sábado 20: Cuando presenté a los contrabajistas ticos—quienes, por cierto, hicieron un trabajo realmente espectacular, me quito el sombrero ante ellos y ante su profesor—el público se emocionó y la orquesta aplaudió, llenos de sentimiento. El gesto de Mario, el destello de genialidad de César y el trabajo cooperativo entre este contacto tico y la Junta Directiva de la OSJI hicieron posible que se viviera una magia pura y esperanzadora en el Ascanio Arosemena la noche del 20 de octubre.Esto es algo que, sin duda, recordaremos dentro de muchos años.¿Qué pasó con el timpani? Les cuento más tarde. ¡Esa es otra hermosa historia!Peace.
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